Todo por una coleta

¿Era libre Pablo Iglesias para cortarse la coleta antes de abandonar la política? Por lo menos parece que sí era noticiable.

Hace semanas saltaba la noticia de que Pablo Iglesias Turrión decidía cortarse la coleta. En el chat de redacción de El Salto (donde trabajo como CM) alguien comentó la jugada, señalando que lo sabía con antelación a la primicia de La Vanguardia, con foto incluida. Por un lado entendí las buenas intenciones de mis compañeros al no querer caer en clickbaits ni en temas personales, eludiendo por completo publicar algo al respecto. Por supuesto, el no querer echar horas extra para un texto de consumo rápido y poco alimento, algo que no suele darse en El Salto, imagino tuvo también su peso en la decisión. Pero por otro, sentí que aquí había algo que se podía comentar, sobre el peso de la imagen, especialmente en personas con cierta repercusión. Pero las obligaciones del día a día me dejaron con las ganas de reflexionar al respecto. Sirvan estas líneas a destiempo a modo de desahogo.

Iglesias se ha convertido en un icono en la sociedad española, para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno, porque al ser fácilmente reconocible por una gran mayoría de la población, su sola imagen seguía siendo referente de un cierto cambio en la política de izquierdas. De hecho, una abstracción de una fotografía de Pablo Iglesias, tomada por nuestro compañero David Fernández Sabadell en el Cerro del Tío Pío de Vallekas, fue usada como logotipo en las papeletas del primer Podemos que se presentó a elecciones, y en ella se podía entrever la coleta a la espalda con media melena suelta.

Pablo Iglesias Turrión por David Fernández Sabadell (El Salto)

Pero Iglesias se ha convertido en un icono también para lo malo, para recibir ataques de todo tipo por su físico, por ejemplo. Tras el ya manido “el coletas”, en las últimas elecciones se podían leer comentarios en casi todas las redes sociales llamándolo “chepudo” o directamente “rata,” en un proceso deshumanizador que ya pusieron en práctica en la propaganda de Goebbels asociando a este animal con los judíos, por cierto. También para la imposible disociación de Podemos y toda su militancia de la figura del líder supremo, algo que solo ahora sabremos si podrá sobrevivir sin él.

No voy a entrar a valorar los motivos personales de Pablo Iglesias para cortarse la coleta justo al abandonar la política, pues ni le conozco en persona ni creo que sea de nuestra incumbencia. Solo añadiré que en twitter alguien comentó una posibilidad más que probable, como es el hecho de tener hijos pequeños que te tiran del pelo a la mínima, algo que yo mismo he sufrido, con coleta desde el instituto recién cortada a los dos años de nacer mi hija.

De hecho, revisando las menciones al tuit de Lasti, hay quien comenta que el moño que llevó Iglesias durante el verano tenía mucho que ver con ese tema, confesado por él mismo en su cuenta oficial de Instagram. Pero hay algo sintomático en el hecho que haya elegido precisamente el momento de abandonar la política para realizar ese cambio de imagen ¿Durante las elecciones habría sido demasiado radical quizás? Podría haber sido tomado como un ejercicio de renovación, quién sabe, o habría sido otro motivo más para recibir ataques, que de hecho los ha recibido igualmente ahora.

Pero a lo que quiero ir es a la importancia que se le ha dado a la noticia de su cambio de look y porqué creo que sí hay que considerarlo una noticia. En su libro Vida y muerte de las imágenes, Regis Debray afirma que vivimos en la era del Régimen Visual, y que hemos dejado muy atrás la era de los ídolos o dioses, ahora convertidos en marcas y logotipos. En el caso de la imagen de Iglesias y su asociación directa con Podemos incluso venía dada por las primeras papeletas electorales del partido. Pero es más, si la representación de todo un partido viene asociada a la imagen de una persona como Iglesias, cualquier cambio de estética se puede considerar al mismo nivel de importancia que la de la renovación de la imagen de una empresa o institución, que a su vez podría representar un cambio en toda la entidad.

Los últimos cambios en logotipos de marcas de moda tienden a la homogeneidad sin riesgo

¿Era libre Pablo Iglesias para cortarse la coleta antes de abandonar la política? Es una pregunta que no me atrevo a responder, pero sí considero noticiable este cambio de look. Cuando un símbolo de la sociedad se modifica, por la razón que sea, es noticia inevitablemente. Pongamos un ejemplo más claro y menos humano: Cuando la Catedral de Nôtre Dame ardió bajo las llamas fue noticia en todo occidente, un icono estaba mutando, o incluso desapareciendo en directo. Volviendo a Regis Debray, en el Régimen Visual el momento es el ahora, no existe el pasado ni el futuro, y ver en una pantalla cómo desaparece un icono, supuestamente atemporal y eterno, y que ocurra en directo además, se convierte en la tormenta perfecta para los medios de comunicación y las redes sociales. En España, sin ir más lejos, ha habido condenas por quemar otro símbolo como es una fotografía del monarca. Tal es la fijación por la atemporalidad de dicho símbolo nacional que no se permite su transformación o destrucción, aunque sea pura performance.

Pablo Iglesias Turrión sin coleta, por Daniel Gago

La noticia del cambio de look de Iglesias circuló durante varios días, se hicieron programas especiales en televisión, se comentó en todas partes. Y creo que podríamos haberlo contado sin lamernos las heridas después por el arrepentimiento o la vergüenza. Por lo menos me ha servido para poner estas capturas del libro de Regis Debray (Gracias a Julián Barón por recomendarlo en sus talleres hace tiempo).

Regis Debray, Vida y muerte de la imagen
Regis Debray, Vida y muerte de la imagen

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